El origen etimológico del vocablo «jamón» viene de la palabra «camba» del latín vulgar, una denominación que se utilizaba para designar la pierna, tanto las piernas de una persona, como las de la caballería o las de un cerdo ibérico, origen de la carne del jamón ibérico de bellota. Con el paso del tiempo y la ramificación del latín en distintas lenguas romances, la palabra «camba» evolucionó hasta la voz fonética «gamba», que no tiene nada que ver con el animal marino.
La evolución de las lenguas continuó a lo largo de los siglos, y la palabra «jamón» llegó a España de la mano del francés romance, gracias a los vocablos «jambe» o «jambon» (pierna). La primera vez que se escribió esta palabra fue en 1335, según recogen algunos registros. Pero hasta que esta expresión se generalizó entre los castellanoparlantes, en España se usaba la palabra «pernil» (actual en catalán) para denominar la pieza completa de jamón ibérico.
Cuando la expresión «pernil» dejó de usarse de forma generalizada, comenzó a extenderse la de «jamón», la cual convivió con la precedente en zonas rurales donde cohabitaba con formas de un castellano más primitivo. Como se ve, el nombre de este producto ha sufrido una gran evolución a lo largo de los años.