El gran tesoro que supone para nosotros, en Guijuelo, como para toda la península, el cerdo ibérico tiene diversas variedades. Se trata de diversidades genéticas que se encuentran bien diferenciadas, aunque todas pertenezcan al gran tronco familiar que es el cerdo ibérico.
En una primera clasificación encontramos cerdos ibéricos negros y cerdos ibéricos colorados.
- Los cerdos ibéricos negros, acumulan más grasa y suelen tener mayor envergadura. Se subdividen a su vez en los entrepelados y los lampiños.
– Cerdo Ibérico Negro Entrepelado: es de origen andaluz, más concretamente de la Sierra de Córdoba. Tienen menos grasa y su cuerpo está más estilizado.
– Cerdo Ibérico Negro Lampiño: proviene de Extremadura. Es un cerdo de gran engorde durante la montanera. No tiene pelo y lo puedes reconocer porque tiene el ceño fruncido, en su frente tiene pliegues transversales.
- Los cerdos ibéricos colorados como indica su nombre su pelaje tiene una tonalidad rojiza. Su cuerpo es más musculado que el negro, por ello su porcentaje de grasa es menor. Entre los colorados se encuentran: el colorado manchado, el retinto y el torviscal.
– Cerdo Colorado Manchado: procedente de la Sierra de Huelva se diferencia del resto por sus manchas grises y negras sobre el pelaje rubio. Algunos le conocen como el Manchado de Jabugo.
– Cerdo Colorado Retinto: con un origen más amplio, podemos encontrarlo en Badajoz, Cáceres, Sevilla, Córdoba, Toledo, Ciudad Real y Salamanca. Es el nuestro, pues tiene una gran proporción de músculo y buena adaptación a la dehesa.
– Cerdo Colorado Torviscal: procede de un cruce del Negro de Puebla y Negro de Campanario con las variedades portuguesas Ervidira y Caldeira. La piel puede ser más o menos oscura y la capa tiende a rojiza. Suele tener las pezuñas veteadas por las despigmentaciones.
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