En general, cuando compramos un producto nos interesa saber si es de calidad o no, y más en el caso del jamón ibérico.
Debes saber que la congelación de este producto es una práctica legal que se lleva a cabo dependiendo de las circunstancias de producción y demanda.
Es bastante común congelar el jamón antes de comenzar su proceso de curación, ya que no provoca la perdida de ninguna de sus propiedades más señaladas. Por el contrario, es más inusual hacerlo una vez curado. Pero si vais a pasar meses sin consumirlo, os recomendamos, para conseguir una mejor conservación, congelarlo al vacío.
Se procede a la congelación cuando hay un exceso de producción de piezas, tanto que no hay tiempo para meterlas en salazón con la velocidad necesaria. En estos casos, es preferible congelar algunas piezas ibéricas y descongelarlas en el momento en el que vayan a entrar en sal.
Por otro lado, otros productores optan por este método porque supone ventajas tecnológicas y económicas, como la homogenización de lotes, evitar la estacionalidad, adaptarse a las fluctuaciones de precio del mercado, mayor independencia en el ritmo de trabajo de los mataderos y flexibilidad en la producción.
En cualquier caso, estos productos deben llevar una etiqueta que señale si el producto fue congelado y descongelado en cualquier proceso de la producción.