Aunque no sea tan «famoso» como el jamón ibérico, el lomo ibérico es ese producto especial y también muy apreciado por los consumidores. Junto con el chorizo, el salchichón y el jamón forman una tabla de embutidos perfecta y deliciosa.
El lomo procede de una de las piezas más nobles del cerdo, una pieza que está situada en la parte superior del animal. El peso de un lomo suele oscilar entre 1 kilo o 1 kilo y medio y la longitud del mismo suele ser de unos 60 cm, aunque estos datos suelen variar dependiendo del animal.
Su elaboración no lleva apenas manipulación, dado que se adoba con especias naturales como por ejemplo; el pimentón y además se embute en una tripa natural. Su sabor es excepcional y esto es debido a que los cerdos ibéricos poseen una carne con un alto nivel de grasa, gracias a esto también podemos disfrutar de una textura y jugosidad únicas.
¿Cómo se elabora?
La pieza cruda, una vez está limpia de grasa, se macera en sal durante unos dos días y siempre a una temperatura de entorno a 5º o 6º. Una vez que pasa este tiempo, se lava con agua fría y se deja enfriar y secar durante 48 horas aproximadamente. Después, se embucha en la tripa natural y se cuelga en un secadero que tenga unos 18º durante unos dos días. Finalmente, su proceso de curación se completa en bodegas y a bajas temperaturas donde deberá estar 2 meses, como mínimo.