¿Nunca te has preguntado por qué se cuelgan los jamones? Colgar los jamones en un lugar seco y bien aireado permite que el jamón se vaya secando hasta alcanzar un nivel de humedad óptimo. Por esta razón se coloca en la punta de la pieza un sombrerito de plástico conocido como chorrera, que sirve para que choree o gotee el exceso de grasa.
El origen de esta práctica se remonta la Península Ibérica de los siglos X-XIV, cuando todavía no existían los Estados de España y Portugal y convivían las comunidades cristiana, judía e hispano musulmana. La convivencia entre las distintas comunidades religiosa no era fácil y para despistar a la Inquisición, los judíos comenzaron a cocinar cerdo en sus casas y a usar manteca de cerdo en lugar de aceite para que los cristianos olieran su aroma y no descubrieran que eran hebreos.
La introducción del cerdo en el hogar judío hizo que a éstos se les denominara marranos. El hecho de que mostraran el jamón y lo colgaran para exhibirlo era otra práctica muy común para despistar al Santo Tribunal. Así, tener un jamón colgado del techo de un establecimiento o en un lugar visible de la vivienda, no era sólo para mejorar su conservación, sino que ponía de manifiesto que allí se comía cerdo y que, por tanto, no vivía un judío.