El jamón ibérico procede del cerdo ibérico, una raza autóctona de la península ibérica criada en zonas específicas de España y Portugal. Este tipo de jamón es reconocido por su bajo reducido contenido en grasas, ya que 100 gramos de jamón ibérico de pata de negra sólo aportan 250 calorías. Además, gracias a sus ácidos grasos monoinsaturados, no eleva los niveles de colesterol. De hecho, después del aceite de oliva, el jamón ibérico es la principal fuente de ácido oleico. Asimismo, la proporción de grasas saturadas es muy baja.
Esta clase de jamón es muy recomendable para los deportistas precisamente por ser una gran fuente de proteínas de calidad. Cada 100 gramos de jamón ibérico también nos aporta 43 gramos de proteínas que ayudan al desarrollo de la masa muscular. No hay que olvidar que es un alimento rico en minerales como el calcio, hierro, zinc y magnesio, y en vitaminas del grupo B (B1, B2, B6 y B12).
La dieta mediterránea incluye el jamón ibérico entre sus productos, por lo que son numerosos los platos que se pueden preparar. Disfruta de buena mañana con un desayuno a base de tostadas con un chorro de aceite de oliva, tomate y varias lonchas de jamón ibérico.