Las gominolas y la grasa de cerdo tienen más en común de lo que se piensa. A pesar de que el cerdo lo relacionamos con su deliciosa carne o su jamón, un producto tan distante al paladar como son las conocidas gominolas, esas ‘chuches’ de colores que prácticamente todo el mundo le encantan, también provienen (en parte) del cerdo.
La gelatina de origen animal que proviene de un complejo proceso con la piel, los cartílagos y las articulaciones de cerdos y ovejas. Formando una gelatina que es el ingrediente principal de este producto. Aunque los más aprensivos pueden mirar con recelo una bolsa de gominolas a partir de ahora, lo cierto es que son las propiedades elásticas de estos elementos porcinos las que hacen que este delicioso manjar tenga la textura de la goma.
Como se suele decir «del cerdo se aprovecha todo», y esto es un ejemplo más. Si alguna vez te has preguntado cuál es el destino de los restos cárnicos de este animal después de que se aproveche su carne, su jamón, su careta, pezuñas o casquería, la respuesta son las gominolas. Aunque el proceso de producción está claro que no es apto para todos los gustos el resultado es un producto que no produce de por sí nada perjudicial para la salud y, no lo neguemos, convertido en gominola está delicioso. Eso sí, como con todo, cuidado con abusar.