Hasta ahora, la restricción de comer jamón serrano para las mujeres embarazadas hacía que sus nueve meses de gestación se hicieran un poco más duros. Esto era debido al parásito toxoplasma gondii, que puede provocar malformaciones o el aborto natural.
La única manera era congelar previamente el jamón serrano y, tras 24 horas de la descongelación ya se podía consumir. Obviamente mediante este proceso se pierde sabor y parte del encanto de una veta recién cortada.
Sin embargo, este procedimiento puede terminar gracias a unas investigaciones. Estas han demostrado que se puede comer sin peligro aunque es indispensable que supere los 18 meses de curación (otros estudios dicen que con 14 es suficiente) y, por supuesto, cumpla con todos los controles sanitarios.
El proceso de curación somete al jamón a sal marina e impide la supervivencia del parásito de la toxoplasmosis. Por lo tanto, la curación se considera un método de cocinado más.
Por otro lado, a mayor tiempo de curación, mayor seguridad. Por ello, desde Maguisa, matadero de Guijuelo podemos afirmar que es posible consumir jamón durante el embarazo siempre que el proceso y tiempo de curación sea el adecuado.
Hay embarazadas que son inmunes a la toxoplasmosis y, por lo tanto, no tienen problemas con el jamón y otros embutidos. La toxoplasmosis es una infección que se contrae con bastante facilidad, y con padecerla una vez te vuelves inmune.
Otras, sin embargo, nunca se han contagiado y estas circunstancias las obliga a tomar una serie de cautelas como la prohibición de ingerir carnes o pescados crudos o poco hechos durante su embarazo. También tienen que tener mucho cuidado con las heces del gato y con la tierra cuando se realizan labores de jardinería, así como extremar los cuidados con el lavado de la fruta y la verdura que se va a consumir cruda.
Por lo tanto, si estás embarazada no hay razón de que te prives de un alimento cardiosaludable y repleto de vitaminas. El jamón aporta hierro, magnesio, zinc, fósforo, calcio y ácido fólico, además es rico en vitamina B1, al tiempo que también aporta vitamina B2, B3, B6 y trazas de vitamina D, entre otras. Asimismo, posee ácido oleico que contribuye a mejorar los niveles de colesterol LDL (el conocido como ‘malo’) y mejorar los de HDL (‘bueno’).