Describir el hábitat de nuestros cerdos ibéricos nos lleva a hablar de la Dehesa, ese ecosistema propio de de los países del sur de Europa, como España. Nace del bosque mediterráneo, pero es transformado por la mano del hombre, hasta convertirse en ese espacio donde la cría del cerdo ibérico en predominante.
Con una vegetación basada en encina, alcornoque, quejigos y otras especies herbáceas como la jara o la retama, el bosque mediterráneo comenzó a ser explotado por el hombre y aquella densa vegetación pasó a disminuir hasta convertirse en lo que hoy conocemos, un espacio destinado a la explotación cinegética, un lugar perfecto para la cría del cerdo ibérico.
¿Por qué es el lugar perfecto? La búsqueda de alimento lleva al cerdo ibérico a recorrer cada día decenas de kilómetros que terminan de desarrollar sus extremidades, vive en libertad aprovechando no solo el fruto típico de este paisaje, la bellota, además consumen brotes de hierba y, por último, y no menos importante, la dehesa le permite vivir lejos del estrés que puede provocar el establo y llevar una vida mucho más tranquila.
De nuestras dehesas salmantinas sale la mejor carne que llega a Maguisa, donde la preparamos para el consumo.