En esta nueva entrada en nuestro blog seguimos revisando la historia de una de las joyas de la cocina ibérica, el jamón.
Tras el descubrimiento en la época de los romanos, la cultura gastronómica continúo durante la Edad Media a buen recaudo en monasterios, donde los monjes mantenían su huerto y algún animal, como el cerdo, que acompañaba a frutas y verduras.
La crianza del cerdo se va extendiendo a lo largo de la península y convirtiéndose en algo habitual entre los campesinos. Tras la matanza se elaboraban jamones y embutidos en todos los pueblos y aldeas. Siendo este el artículo más codiciado en los trueques del mercado. El cerdo ya se había convertido en el aporte cárnico por excelencia de la dieta de la España de finales de la Edad Media.
Este gusto gastronómico se vería reflejado en la literatura, en textos de grandes escritores como el Arcipreste de Hita, o más adelante en las obras de Góngora o Lope de Vega. Hasta el mismo Quijote, de Miguel de Cervantes, nos habla del jamón.
En la época contemporánea el jamón dejó de ser un producto solamente casero. El proceso de producción cambió, se crean pequeñas industrias, donde se abarca todo el procedimiento. Como sucede en Guijuelo, la materia prima llega de las dehesas, donde los cerdos se crían en libertad, llevan una alimentación natural y de ahí llegan a MAGUISA donde nos encargamos de todo lo referente a matanza y despiece.