Hasta hace bien poco expertos en nutrición y salud recomendaban un consumo limitado y más bien ocasional de la carne de cerdo alegando que se trataba de una carne muy grasa y rica en colesterol.
Sin embargo, investigaciones de los últimos años han puesto de manifiesto que esta carne es tan sana como el resto y, además, han descubierto que su grasa es la más rica en ácidos grasos monoinsaturados.
Dejando a un lado la calidad de esa grasa, también por su cantidad es recomendable la carne de cerdo: hay piezas muy magras, como la cinta y el solomillo, que contienen menos grasa que la que aporta un filete de ternera.
- Rico en grasas monoinsaturadas. En torno al 48% de la grasa porcina son ácidos grasos monoinsaturados del tipo ácido oleico; característico del aceite de oliva.
- Buena fuente de proteínas. La carne de cerdo aporta una media de 18 a 20 gramos de proteínas por cada 100 gramos. En relación con las diferentes piezas del animal, las partes delanteras son ricas en tejido conjuntivo. En él abunda una proteína llamada colágeno, de escaso valor biológico por su pobreza en aminoácidos esenciales. El colágeno se transforma en gelatina por acción del calor, motivo por el que las piezas delanteras precisan una cocción más prolongada que las traseras.
- Variedad de minerales y de vitaminas. La carne de cerdo contiene minerales como hierro de fácil absorción o hierro hemo, zinc, fósforo, sodio y potasio. Destaca su aporte de vitaminas del grupo B, en especial de vitamina B1 o tiamina. Contiene entre 8 y 10 veces más tiamina que el resto de carnes.
- Esta vitamina cumple con funciones muy importantes en el organismo: estimula el metabolismo e interviene en el buen funcionamiento del sistema nervioso. Asimismo, la carne de cerdo es más rica en biotina, ácido pantoténico, riboflavina y piridoxina que la de otras carnes, y en ella también está presente la vitamina B12.